Así fue como Estados Unidos le compró 151 millones de hectáreas a Rusia | Más Colombia

Alaska, vista alguna vez como un territorio gélido, despoblado y situado en los confines del mundo, es hoy un rico y próspero Estado americano. Pero no siempre fue así. Hasta hace relativamente poco, Alaska hizo parte de la Rusia zarista.

Aunque hoy suene raro, hubo un tiempo en el que el planeta era concebido como una enormidad y la tierra era percibida como inacabable, o casi. No solo los medios de transporte y de comunicación eran menos eficaces que hoy en día, con lo que las distancias relativas eran mayores, sino que la población era mucho más reducida. 

En ese contexto, que al Zar de un país como Rusia le pareciera un buen negocio vender una porción de su territorio, nada menos que Alaska, sorprende poco. 

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Tampoco sorprende que en un país como los Estados Unidos se burlaran del Secretario de Estado que lideró el negocio inmobiliario. Su nombre era William Seward, y fueron tan intensas las burlas que recibió, que en su momento la transacción fue catalogada como la “locura de Seward”.

Lo cierto es que, sorprendente o no, así fue. Corría el año 1867 y el Zar ruso, Alexander II, decidió venderle Alaska a los Estados Unidos por USD $7,2 millones. Este territorio, inmenso pero desolado y congelado buena parte del año, parecía bastante inútil, especialmente para un país gigantesco como Rusia. 

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Sin embargo, tras pocos años se comprobó que el negocio había sido catastrófico para Rusia y excelente para los Estados Unidos. El millón y medio de kilómetros cuadrados cedidos a la potencia americana  —cerca de 151 millones de hectáreas— no solo probó ser rico en recursos naturales, sino que ha sido clave en términos militares y de seguridad nacional. 

En cuanto a la importancia económica, basta decir que apenas dos décadas después de la adquisición —en la década de 1880— se descubrieron grandes yacimientos de oro en el Estado. 

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Por la misma época también se comprobó la importancia estratégica del petróleo, un hidrocarburo que se encontró en el territorio en la década de 1970 y que se ha explotado desde entonces en abundancia. Y esos son apenas dos ejemplos. Alaska también es rico en recursos pesqueros y forestales, y viene consolidándose como destino turístico. 

gasoducto alaska
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Estos recursos han sido una fuente de inmensa riqueza para el Estado. Mientras los 7,2 millones de dólares que se le pagaron al Zar equivalen a alrededor de 145 millones de dólares de hoy en día, solo en 2021 el Producto Interno Bruto (PIB) de Alaska ascendió a 57.349 millones de dólares. 

Esta riqueza se expresa también en un PIB per cápita de 78.274 dólares, una cifra que excede en casi 10.000 dólares el promedio nacional, de acuerdo con Datos Macro. Sin duda, la adquisición ha sido un gran negocio para los Estados Unidos y para los poco más de 700.000 habitantes del Estado. 

En cuanto a la importancia estratégica, un artículo de la BBC publicado en 2015 cuenta que una de las posibles razones por las que Alexander II vendió Alaska es que temía que Gran Bretaña, que en ese entonces controlaba el occidente de Canadá, pudiera tener intereses expansionistas sobre este territorio, a los cuales difícilmente les podría hacer frente dado su tamaño y lejanía, así como la crisis económica que atravesaba la Rusia zarista.

Lo que nunca imaginó el Zar es que el imperio británico perdería los bríos que una vez tuvo, y que en su lugar Estados Unidos lideraría la geopolítica mundial y se enfrentaría a Rusia, convertida para ese entonces en parte de la Unión Soviética, por el liderazgo global. 

barco de pesca alaska
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En efecto, en el contexto de la Guerra Fría, desatada al término de la Segunda Guerra Mundial, Alaska pasó a ser un territorio estratégico que puso los soldados, los radares y los misiles estadounidenses a las puertas de Rusia y les dio un acceso rápido al Ártico, en especial ahora que se están abriendo nuevas rutas marítimas a raíz del calentamiento global. Sin duda, todo un avance en materia de seguridad nacional. 

Hoy, cuando ambas potencias vuelven a tener contradicciones severas, haber cedido ese territorio vuelve a pesarle a Rusia y le recuerda al mundo que la tierra es uno de los bienes más preciados de un país.

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