La invasión de Ucrania, ordenada por el presidente ruso Vladimir Putin, el 24 de febrero de 2022, se acerca a su primer año, sin visos de acabar pronto y con dos pueblos, anteriormente hermanos, asfixiados por dos realidades muy diferentes, aunque una incomparablemente más dramática. Por un lado, los rusos, atrapados en un delirante surrealismo distópico, como el que retrató el inglés George Orwell en su obra “1984”; y por otro lado, los ucranianos, atrapados en un hiperrealismo sangriento y letal, tal como pintó el español Pablo Picasso en el Guernica.
Rusia es hoy en día (junto con Corea del Norte) lo más parecido en el mundo a esa distopía orwelliana descrita en la novela “1984”: un régimen represor que manipula e hipnotiza a las masas mediante un bombardeo constante de propaganda, en este caso la del Kremlin para hacerles creer que el regreso nostálgico al pasado imperialista (zarista-ortodoxo y con tufo soviético) es el mundo más feliz posible.
Gran Hermano ruso
Diferentes portadas de la novela 1984 de George Orwell, que aparece a la izquierda; en la del centro el ojo del Gran Hermano y los humanos robotizados en la derecha
Sin embargo, la realidad no es la de la propaganda rusa, sino la que ocultan tanto el zar Putin como su corte de oligarcas y generales aduladores, que temen que la mentira se cuele por las grietas de régimen y por ello necesitan de la herramienta que surgió de la imaginación de Orwell en su novela: un Gran Hermano que vigile a sus súbditos hasta la paranoia y ayude a eliminar cualquier intento de rebelión interna o a quien intente revelar la cruda verdad.
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De hecho, no es en absoluto casualidad que Orwell se inspirase para su novela en el escritor ruso Yevgueni Zamiatin, quien rápidamente percibió que el triunfo de la revolución bolchevique en su país y del fascismo en Italia acabarían degenerando en estados totalitarios, como el que describió en su obra “Nosotros”, iniciadora del subgénero distópico.
Guernica en Ucrania

El Guernica de Picasso, símbolo universal del horror de la guerra
En el otro extremo, Ucrania es, desde hace más de diez meses, el llanto inconsolable de la madre cargando al hijo muerto, y el grito de terror del caballo, pisoteando los restos mutilados del guerrero muerto en el cuadro de Picasso sobre el bombardeo aéreo sobre la localidad vasca de Guernica, durante la guerra civil española. Ucrania, la exrepública soviética invadida y bombardeada diariamente por los rusos, es hoy en día la nueva Guernica.
Circo del esperpento en la tele rusa
Si tuviéramos que escoger un instante que reflejara como ninguno esta tragicomedia bélica, en la que de un lado están los están los ucranianos, aterrorizados ante una realidad demasiado dura de digerir; y por otro lado están los rusos, engañados por esta falsa realidad supremacista eslava, sería el tiempo transcurrido entre los minutos antes y después de la media noche que inaugura el Año Nuevo y las siguientes horas de la madrugada del 1 de enero de 2023.

Generales rusos con cara de preguntarse qué hacen presenciando una gala de Año Nuevo en la televisión rusa, en vez de estar en el frente
El momento orwelliano ruso fue el programa de Año Nuevo de la televisión estatal, donde se mezclaban invitados vestido de gala, enfocados permanentemente mientras sonreían y aplaudían de forma exagerada, y mandos militares, también con uniformes de gala y con cara de estar pensando “trágame tierra” (o como cantaría Joaquín Sabina: parecían más perdidos que un torero al otro lado del telón de acero).
Como directores del circo de lo absurdo, los presentadores se pasaron la festiva noches ensalzando entre chistes la grandeza de Rusia y la superioridad moral y militar frente a Occidente, sin mostrar el menor pesar por la guerra en Ucrania, aunque sólo fuera para recordar los “heróicos” soldados rusos caídos en los distintos frentes de batalla.
“Rusia se está extendiendo”
“Durante el último año Occidente ha tratado de destruir Rusia. No se dieron cuenta de que en la composición del mundo, Rusia es la potencia…”. Pausa para risas y aplausos. “Sí, caballeros. Les guste o no, Rusia se está extendiendo”. Más risas robóticas y aplausos, según muestra el clip seleccionado y publicado por la estadounidense Julia Davis, que se encarga de seguir y traducir los comentarios de la televisión rusa para el Daily Beast.

Presentador xhaciendo apología de la invasión rusa de Ucrania “Rusia se está extendiendo”
En otro momento de la gala de Año Nuevo, convertida en una apología de la guerra y en propaganda pura y dura: “La victoria está cerca; todo lo que hemos hecho no ha sido en vano”, declaró.
Pero el cénit del esperpento llegó con la parodia de una famosa canción popular ucraniana, para burlarse de la cultura ucraniana.
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La canción escogida no podía ser otra que “Chervona ruta”, muy popular en la URSS, pero prohibida por el régimen porque su letra es en ucraniano, al punto de que su autor, Volodimir Ivasiuk, quien siguió componiendo en ucraniano, apareció ahorcado en 1979, presuntamente por agentes del KGB (la agencia en la que trabajó Putin).
Junto a la cantante del programa, vestida con un atuendo cabaretero, unos bailarines intentan emular los movimientos del baile tradicional ucraniano, pero todo en tono de burla hacia el pueblo invadido.
Los cadáveres regresan a Rusia: “¡Feliz Año!”

Yevgueni Prigozhin, líder del grupo paramilitar ruso Wagner, junto a bolsas negras con los restos de sus mercenarios abatidos en Bajmut, este de Ucrania
Esa última noche de 2022, víspera de Año Nuevo, desde Ucrania llegaba otro video que ilustra el nivel de degradación moral y de irrealidad en la que han caído los rusos.
El video lo protagonizó Yevgueni Prigozhin, líder del tenebroso Grupo Wagner, la organización paramilitar rusa que tiene sus propias tropas al servicio de Putin en Ucrania (y en otros conflictos bélicos donde Rusia tiene intereses, principalmente en África).
En dicha grabación alguien graba a Prigozhin mientras inspecciones pilas de bolsas negras con cadáveres de sus propios mercenarios en un edificio a oscuras y en ruinas en el frente de batalla de Bajmut, la localidad del este de Ucrania donde las tropas rusas y ucranianas luchan encarnizadamente por su control desde hace semanas.
Sin ningún tipo de miramiento por los asesinados ni por el dolor de sus familiares, el líder de los Wagner declaró a la cámara que le grababa: “El contrato (con su organización militar) está terminado. Hasta luego muchachos ¡Feliz Año!”.
Y, finalmente, esta tragicomedia bélica de Año Nuevo no estaría completa con lo que ocurría no lejos de allí en la madrugada del 1 de enero, donde al menos 89 de esos “heróicos soldados rusos” en el este de Ucrania.
Este miércoles, el Ministerio de Defensa ruso reconoció no sólo la peor masacre de soldados rusos en un solo día desde que estalló la guerra sino la grave estupidez que cometieron, quizá por la negligencia de sus superiores que no les avisaron con firmeza del peligro de activar sus celulares. Y eso fue lo que hicieron: encendieron sus celulares y se dedicaron a felicitar a sus familiares y amigos por el Año Nuevo, facilitando así que las tropas ucranianas detectaran la alta concentración de señales en un punto que el GPS identificó como la Escuela número 5 de la localidad ucraniana de Makiivka.
Fue lo último que hicieron antes de morir desintegrados por la explosión de cuatro misiles entregados por EU a Kiev: felicitar por el año que nunca vivirán; el año en el que seguirá perdiendo la vida muchos uniformados de los dos bandos, y sobre todo muchos más civiles ucranianos, que si han tenido oportunidad de ver los videos que circulan de la gala de Año Nuevo se habrán preguntado: ¿Por qué nos hacen esto los rusos? ¿De qué se ríen?
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